¿Te has quedado a veces más allá de la medianoche un día de diario mirando el móvil? ¿Te has sorprendido a ti mismo buscando compulsivamente el móvil cuando no había motivos para haberlo extraviado? ¿Te sientes perdido si te dejas el móvil en casa? Si has contestado que sí a alguna de estas preguntas, podrías padecer nomofobia, que viene de no-mobile phobia, es decir, miedo o ansiedad por no tener el móvil a mano y conectado. No es un trastorno clasificado como tal, pero sí te puede complicar la vida. Te contamos cómo te puede afectar la nomofobia y adicción al móvil, las implicaciones y las soluciones para lo que, sin ser un trastorno psicológico, podría ser uno de los “síndromes” del siglo XXI.

CONTENIDOS

Quiénes se ven afectados por la nomofobia

Causas de la adicción al móvil

Síntomas de la nomofobia y la adicción al móvil

Consecuencias de la nomofobia y la adicción al móvil

Complicaciones de la nomofobia y otras adicciones

Soluciones para la adicción al móvil

 

La nomofobia es la ansiedad o miedo producida por no estar conectado al móvil, debido a la imposibilidad de estar conectado a las notificaciones del mismo, o a las muestras de actividad social de otras personas (las más frecuentes, en redes sociales).   No llega a ser un trastorno, pero sí tiene la sintomatología de una adicción -la adicción al móvil- y puede tener consecuencias a nivel físico, mental, emocional y social.

nomofobia

Quiénes se ven afectados por la nomofobia

Respecto a los datos de España:

  • En 2022 el 94% de la población entre los 16 y 74 años utilizó Internet.
  • Se dedicó a navegar por internet desde el móvil una media en España de 2 horas y 48 minutos.
  • Los menores de 15 años con móvil alcanzaron un 69,5%
  • Hay un 81% de jóvenes entre 18 y 35 años que padecen nomofobia (solo superados por Italia, con un 82%).

En mayor o menor medida, todos los usuarios de móviles somos susceptibles de padecerla.  Ya en 2008 un estudio de la oficina de correos británica decía que un 58% de hombres y un 47% de las mujeres tienen un mayor o menor grado de ansiedad por no estar conectado al móvil o nomofobia. Sin embargo, impacta mayormente en los jóvenes. Otro estudio de 2012 publicado en la revista Mylife.com, con una muestra de 2.000 adultos, llegó a la conclusión de que tenía mayor intensidad en gente joven (de 18 a 34 años, por aquel entonces). Ya hace más de 10 años, un 27% de los encuestados lo primero que hacían era chequear el móvil por las mañanas y un 56% confesaban tener FOMO (Fear of Missing Out, o miedo a perderse algo importante en redes sociales).

Causas de la adicción al móvil

Se han analizado diversas causas, pero parece que hay una confluencia de las mismas que han multiplicado este fenómeno:

  • Avance de la tecnología y rapidez cada vez mayor de la conexión y de las apps.
  • Acceso a las redes sociales mediante apps en móviles (en torno a 2006/2007).
  • Cultura de la imagen, narcisismo y postureo potenciada por las redes sociales.
  • Cultura del acceso 24×7, es decir, de estar permanentemente conectado.
  • Gratificación instantánea producida por los móviles y las redes sociales, ya sea mediante las reacciones (los clásicos “me gustas”) como también las notificaciones por la actividad de otros usuarios con los que estamos conectados.
  • Problemas de relación social, baja autoestima o crisis de identidad típicos de los adolescentes.
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Síntomas de la nomofobia y la adicción al móvil

Los síntomas de la nomofobia son los de una forma de ansiedad. Cuando no se encuentra el móvil, este está apagado o existe riesgo de no tenerlo a mano es normal que se produzcan: desorientación, sudoración, temblor o agitación. En casos más graves, puede darse ahogo o falta de aire o taquicardias. En cualquier caso,  la persona estará irritable o nerviosa.

En cuanto a la adicción al móvil, que es lo que desencadena los síntomas ansiosos cuando este no está, tiene claros indicadores.

  • El tiempo que se dedica al móvil es mayor a la media (ya hemos visto que la media es muy alta, cercana a las 3 horas, pero los adictos a los móviles pueden doblar ese tiempo).
  • Sentirse muy nervioso si falla la cobertura, la batería, no se encuentra el móvil o se lo ha dejado olvidado.
  • Mirar la pantalla del móvil chequeando notificaciones o redes sociales incluso estando en un evento social o una reunión profesional.
  • Usar el móvil durante mucho tiempo antes de dormir (entre media hora y varias horas)
  • Contar con más de un dispositivo móvil.

Consecuencias de la nomofobia y la adicción al móvil

No se ha demostrado hasta ahora una causalidad directa entre el uso de tecnología y los problemas de salud mental. Un amplio estudio de la Universidad de Oxford, con 430.000 adolescentes, dirigido por el profesor Andy Przybylski, concluyó que más allá del 1%, no se podía establecer una relación clara causa-efecto.

Sin embargo, sin llegar a problemas de salud mental, una persona que necesita estar conectada al móvil todo el rato, aparte de la ansiedad causada por la posibilidad de no tenerlo, puede sufrir consecuencias negativas en su vida:

La más habitual son las alteraciones del sueño, porque cada vez tarda más en desconectarse del móvil. Los estímulos de la pantalla activan el sistema nervioso, en lugar de calmarlo.

Al estar pendiente continuamente del dispositivo, se pierde atención y concentración. Se pueden tener alteraciones del estado de ánimo, porque dependiendo de la situación podemos tener el móvil cerca o no, a lo largo del día. Como necesita tenerlo mano, su estado de ánimo puede fluctuar.

Al estar tan pendiente del dispositivo, a veces pueden reducirse las habilidades sociales, o puede llegar a sustituir la interacción social en persona con la interacción mediante redes sociales, menos expuesta y más fácil para los adictos a los móviles. Las carencias sociales pueden desembocar en cierta soledad o angustia.

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Complicaciones de la nomofobia y otras adicciones

En los casos más extremos, la nomofobia se complica y puede producir “síndromes”. No se pueden catalogar así psicológicamente, pero sí se usa esta palabra para describir ciertas situaciones:

En casos extremos se puede dar el  “síndrome de la vibración fantasma” (la persona cree que el móvil está vibrando cuando ni siquiera lo tiene cerca).

Otra complicación puedes ser el síndrome FOMO (Fear os Missing Out). Aunque es muy parecido a la nomofobia, a la persona que le sucede tiene “miedo a perderse experiencias interesantes, como las mostradas en redes sociales”. Estas personas pasan mucho tiempo en las redes sociales de otras personas. Detrás suele haber cierta insatisfacción vital y afecta a personas jóvenes, según el estudio de 2013 realizado por  Andrew Przybylski y otros autores (Motivational, emotional, and behavioral correlates of fear of missing out)

También, una adicción al móvil puede desencadenar en adicción a sitios de apuestas (una forma de ludopatía) o la adicción a la pornografía, cuyo consumo entre menores se ha incrementado desde que estos disponen de móviles a edades tempranas.

Por último, la adicción al móvil puede confundirse con otra adicción, como la adicción a internet, en cuyo caso no es ya el dispositivo móvil, sino la imposibilidad de conectarse con cualquier dispositivo, lo que desencadena la ansiedad.

Soluciones para la adicción al móvil

La adicción al móvil que produce nomofobia se puede tratar como cualquier otra adicción. Existen centros, como el Instituto NOA y profesionales que usan terapias cognitivo-conductuales para tratarlo.

Se basan fundamentalmente en reducir el tiempo dedicado a los dispositivos, trabajar estrategias de distracción y actividades alternativas. Esto se complementa con técnicas de relajación y concentración, como el mindfulness, y un trabajo sobre las relaciones sociales, que poco a poco vayan dando a la persona aquello que buscaba de forma fallida en la interacción con los dispositivos y las apps: aceptación, pertenencia, confianza y reconocimiento.

Hay que destacar que la labor de padres y educadores es fundamental. Las herramientas de control parental en los dispositivos pueden reducir el problema, pero lo fundamental es pasar más tiempo con los niños o adolescentes y educarles en el uso de la tecnología. Mientras no exista una regulación que impida que las compañías tecnológicas dedicadas a las redes sociales consideren a los menores de edad un objetivo prioritario, el único dique de contención de los menores frente a estas son sus progenitores o profesores. Por supuesto, el primer paso es que el adulto tome consciencia de si ha desarrollado él mismo un principio de dependencia, y debe aprender a tener control sobre sus propios dispositivos, para poder inculcárselo a niños o adolescentes.